¿Niebla o humo?

FMSR  nº de catálogo 3542

Es sabido que la a-historicidad de Manuel Sánchez del Río desquiciaba a Andrés Kubusch Codali, el informático de Infoinsa, pero luego veremos que la realización de ¿Niebla o humo? también incomodó a algunos colegas de Miroslav Kuriolonis en la Academia de Bellas Artes de la Arcadia.

Debemos el título de esta obra a Bernardo Soares, allá por las páginas 100 y 101 del Libro del Desasosiego. De Bernardo Soares se ha dicho que es el menos heterónimo de los heterónimos de Fernando Pessoa. Pero no llamaremos a Pessoa, seguiremos en contacto (más directo a nuestro entender) con Soares, aparte de que ya sea norma de la Fundación Manuel Sánchez del Río (FMSR) no confiar en los naturalismos, y confiarlo todo a la verdad de las invenciones.

Esta obra, que la Fundación acaba de recibir, comenzó a hacerse cuando Bernardo Soares se preguntó ¿niebla o humo? Lo que siguió, y aún colea, fue la reflexión sobre la percepción sensible, la apariencia de las cosas, sus definiciones y los nombres. La pregunta se refería al parecido de la niebla y el humo bajo un sol indeciso, “el silencio de un mal sol”, diría Soares, un sol que no define suficientemente bien si es niebla o humo, la cosa que Bernardo Soares estaba viendo en ese momento, aunque se entre-lee que era niebla: “Por eso apetecía llamar humo a la niebla, porque no parecía niebla”. Lo importante no es tanto saber si esta obra es humo o niebla como seguir a Bernardo Soares y vivir la lengua hasta los huesos, cuando se presenta una ocasión tan buena, pues no siempre el objeto de la indagación es una cosa (la niebla) que no se parece a sí misma. Llamarle nube es algo que le apetece a Soares. Pero esta forma distraída de decirlo esconde un propósito libertario que ya había formulado antes: “Nada era definido, ni lo indefinido”

Pero retrocedamos un poco.

Cuando la empresa informática Infoinsa adquirió ¿Niebla o humo? a Miroslav Kuriolonis, en el entorno de Manuel Sánchez del Río se pretendía producir una definición de su objeto. Cuando Kubusch Codali tuvo noticias de la afirmación de Soares: “Nada era definido, ni lo indefinido”, vio la ocasión de atraparlo en un sí, en un sí original y primero, lo mismo daba si era niebla o humo. La obra permaneció en las dependencias de Infoinsa un tiempo impreciso y oscuro, porque la dirección de Infoinsa, en contra de la opinión de Kubusch, decidió no registrar el tiempo. De ahí que no sepamos el tiempo que permaneció en los laboratorios, los pasillos de los laboratorios, los almacenes o la caseta del guardia de seguridad. Sí sabemos que Infoinsa no nos ofreció ¿Niebla o humo? hasta que Kubusch se dio por vencido la enésima vez. La Fundación aceptó la oferta y la compraventa se tramitó con celeridad y sin contratiempos. Solamente faltaba realizar el traslado, cuando Kuriolonis se anticipó, y en la entrevista que ya había concedido a La Gaceta de Aldeaquemada, declaró que ¿Niebla o humo? era de piedra travertina de Alhama de Almería. La noticia llegó a Peter Paul Samuelson, director general de Infoinsa, que exigió una explicación. La entrada de cualquier clase de material pétreo en el medio digital constituía un peligro real. E ideal (por así decirlo). Real porque ninguna pantalla soportaría las dimensiones ni el impacto. E ideal, porque la fascinación de los humanos de ambos géneros (todo hay que decirlo) por los meteoritos, los cometas, las estrellas y en general todo el espectáculo celeste, podía torcerse, advenir epifanía. Es curioso porque sabemos de la aversión de Sánchez del Río a todo lo astral. Lo que Samuelson no podía soportar eran las dimensiones. De modo que la coincidencia en las opiniones de Sánchez del Río y Samuelson era circunstancial. Sánchez del Río no temía nada. Samuelson sí temía. Aunque no sin razón. Temía que ¿Niebla o humo?, o sea, la pregunta (para Samuelson la obra se reducía al título) pudiera satisfacer, generando respuestas particulares e imprevistas, el ansia difusa de verdad o trascendencia “que yacía latente” (así se expresó) en cada uno de los empleados de Infoinsa. En un estudio de Infoinsa, cuyos resultados para uso interno se publicaron modificados, concluía que en todo medio científico que estuviera constituido exclusivamente por individuos altamente cualificados, “racionalmente motivados”, alentaba un deseo de novedad. ¡La buena nueva! ¡No, por favor!, exclamó Samuelson, que mandó BORRAR el estudio. (Lo cierto es que hasta este momento solo había leído el extracto). Cuando Samuelson telefoneó a Kubusch para pedirle explicaciones, con la posibilidad in mente de despedirle, le espetó sin mediar palabra que había estado jugando con fuego. Pero al decirlo no pudo evitar sonreírse. De modo que lo que había pensado como una dura amonestación se quedó en una orden: ¡Fuera de aquí, ya! Kubusch cumplimentó la orden y la obra de Kuriolonis acabó en la caseta del guardia de seguridad a las puertas de Infoinsa.

Las declaraciones de Kuriolonis en la gaceta de Aldeaquemada habían tocado el amor propio de Fermín Crespo Lama, que no tardó en reaccionar. Consideraba que toda realización manual del objeto de la Fundación le correspondía por derecho propio. Por la costumbre en realidad. Pero era muy consciente de que envidiaba la momentánea notoriedad de Kuriolonis. Entonces decidió tomar la iniciativa y publicó la siguiente reseña en la Gaceta:

Nueva adquisición de la FMSR

La Fundación Manuel Sánchez del Río ha adquirido la obra titulada ¿Niebla o humo? del pintor Miroslav Kuriolonis. La obra explora el parecido de Manuel Sánchez del Río. La importante aportación de Kuriolonis estriba en que no se expresa visualmente. La obra no es, por tanto, lo que cabría esperar. “El parecido se realiza con la mirada interrogante y activa del espectador”, ha declarado el autor. El parecido, el problema de la definición plástica a-formal, que no informal del objeto de la Fundación, queda resuelto de una vez por todas. Herminia Martínez Cañas, directora de la Fundación, ha expresado su satisfacción afirmando que ¿Niebla o humo? cobrará enseguida un carácter emblemático, y contribuirá decisivamente a la consolidación de la institución que dirige. “Que me honra presidir” recalcó emocionada.

La nueva adquisición se expondrá con carácter permanente en la sede de la FMSR.

La indiscreción de Kuriolonis impidió que la llegada de ¿Niebla o humo? a la Fundación se produjera sin sobresaltos. La naturaleza de Sánchez del Río inquietaba a muchos sectores de la Sociedad, y las autoridades (el asunto afectaba a un número no pequeño de Ministerios) pidieron toda clase de explicaciones en referencia a un gran número de aspectos, desde los sanitarios a los culturales, pasando por los de seguridad. Explicaciones que la Fundación no se encontraba en condiciones de responder.

   
   


El carácter transnacional y sedimentario de la obra preocupaba a las autoridades porque la expresión que usamos, tan de aquel momento, “ha llegado para quedarse” fue interpretada por los funcionarios y los agentes como una exaltación del tiempo, pero no de nuestro tiempo digital, sino del tiempo que Manuel Sánchez del Río se había tomado en llegar a ser de piedra travertina. Volvimos a equivocarnos (y bien que lo siento) cuando afirmé que nuestro objeto era de Lapis tiburtinus. Algo que, por otra parte, no ha dejado de ser cierto. Y es que la posibilidad de que una bolsa de latinismos aún persistiera a las puertas de Roma no era aceptable. El simple nombre de Tivoli, asociado a casinos, clubs de alterne, hoteles, circos y parques acuáticos, ya producía desconfianza. Pero no era lo peor, porque esas conexiones se podían negar. Lo que no podíamos negar era la conexión subterránea de Tivoli y Alhama, la inmensa masa de roca sedimentaria con antecedentes biogénicos sobre la que se levantaba nuestro objeto. Por otra parte, la asociación del carbonato de calcio con el agua era entendido como un retroceso a los viejos vicios de la física analógica. “La acción disolvente del agua” -escribió José Vicente Aliarga, autor de Las tres dimensiones huyen a las pantallas– “abre simas y cuevas, es decir, agujeros”. “El carbonato de calcio, procurador de la permanencia, es un ideal que hemos dado por superado, un ideal que levanta estalactitas y estalagmitas, monstruosidades fálicas de la Era analógica sin valor estético que valga en nuestra Era Digital o la Sociedad del Conocimiento”. A lo que desde la Fundación contestamos puntualizando dos cosas: uno, que ¿Niebla o humo? no era un monumento natural. Dos, que la conexión entre Tivoli y Alhama de Almería era de un orden exclusivamente material o físico, vía el cuerpo de roca sedimentaria que compartían, una conexión sin voluntad de erigirse en nada, mero inconsciente. A lo que Aliarga contestó enseguida: “El cúmulo de belleza que rodea Tivoli es inmaterial y ya está digitalizado y archivado”. “Sí, pero las aguas termales y en cascadas siguen emitiendo señales que no registramos”. “Vean si no -añadió- estos indeseables elementos: la calcita, el aragonito, la limonita”. “¿No les preocupa? A lo que la dirección de la Fundación contestó que nada más llegar, el objeto sería examinado en profundidad.

Ahora que ¿Niebla o humo? ya se expone en nuestras dependencias, hemos recibido el apoyo solidario de Cristobal Flores, cantero de Alhama de Almería, que ha sintetizado en una sola frase el objetivo que la Fundación Manuel Sánchez del Río hace suya: ACOTAR LO IMPREDECIBLE DE LA NATURALEZA.

EB 29-6-18