Nueve payasos

Oleo y lápiz sobre papel
21,5×27,5 cms.
FMSR nº de catálogo 3560

 

El cura Castillo preguntó al pequeño Manuel si estaba ciego o estaba haciendo el payaso. Ni el Ordenador ni el Polígrafo ni Manuel Sánchez del Río (MSR) contestaron. Pero al instante pudo advertirse en los Nueve Quartos que al pequeño Manuel se le ponía cara de payaso. Esta obra, que sale de las manos de Crespo Lama, aporta pocas novedades a la iconografía de MSR. Lo único que llamó la atención de la Tertulia fue que las nueve caras de payaso se encendieron simultáneamente cuando el cura le llamó “payaso”. Esta simultaneidad sí interesó a la comunidad científica en general, y muy particularmente al entorno de Sánchez del Río, con el efecto siempre enriquecedor de sacar a relucir las diferencias de opinión entre las distintas escuelas con representación informal en la Tertulia.

Para Miroslav Kuriolonis la simultaneidad que se le atribuía al encendido del pequeño Manuel le parecía otra ilusión de los contertulios, a los que consideraba esclavos de las emergencias de MSR. La propia noción de simultaneidad le parecía subsidiaria de un concepto de Tiempo que estaba en su punto de mira porque contrariaba todo lo que podía pensarse del Ordenador, del Polígrafo o de MSR, “sin esas ridículas convenciones”.

Para Félix Bejarano Gracia la simultaneidad afirmaba la unidad esencial de MSR. Entendía que cada manifestación parcial indicaba la existencia de una totalidad del objeto considerado materialmente. Materialmente significaba que del conocimiento de MSR podían deducirse normas humanas universales, y que la simultaneidad venía a confirmar la existencia de MSR como un todo. Para Bejarano Gracia, MSR no consistía en un fenómeno natural. Muy al contrario, entendía que en tanto Ordenador o Poligrafo existía mientras era pensado, y así explicaba la simultaneidad del encendido del pequeño Manuel en los Nueve payasos.

Félix Crespo Lama ni siquiera consideraba la simultaneidad, ni la afirmaba ni la negaba, y con ello insistía en que la invención de conceptos solo servía para mantener en pie de guerra posiciones intelectuales que se sostenían unas contra otras en el cultivo de unas diferencias que no tocaban ni de lejos la piel de MSR. Insistía en que lo único contrastable en los Nueve payasos eran las decisiones que se había visto forzado a tomar en la formalización de lo que le llegaba como “hechos”. Debe recordarse que doña Herminia Martínez Cañas insistía, especialmente cuando encontraba a Crespo Lama reticente, escéptico, en que la Fundación se limitaba a presentarle hechos. Crespo Lama no creía a Martínez Cañas: ¡Como si los hechos no pudieran mentir! A lo que Martínez Cañas contestaba: ¡Pero es usted quien tiene que contrastarlos! Lo cierto es que Crespo Lama nunca pudo resistirse a tomar con las manos lo que la Fundación le ofrecía como hechos.

Para Rafael Quiñones Blanco la simultaneidad tenía un sesgo irracional. Con esto en mente planteó unas preguntas con las que pretendía que la Tertulia reflexionara sobre lo que significaba en términos rigurosamente racionales el encendido simultáneo de las nueve caras de payaso del pequeño Manuel. Para concluir que “al mismo tiempo” debía sustituirse por “un solo tiempo”. Con esto descartaba que pudiera dividirse por nueve el alma de MSR. Desconfiaba de los nueve payasos llamándolos apariencias del alma de un único ser necesariamente racional llamado por sus apodos y por su nombre: Manuel Sánchez del Río, Ordenador y Polígrafo. Quiñones Blanco no compartía el entusiasmo de Bejarano Gracia respecto de las realizaciones de Crespo Lama, realizaciones que entendía superfluas, distractoras del verdadero sentido de lo que Martínez Cañas presentaba como hechos. La expresión de asombro de Quiñones Blanco se comprende bien cuando se conoce que era asombro ante lo invisible. De ahí que la desmesurada apertura de sus ojos humanos nunca le sirviera para ver lo invisible ni comprender las cosas que Crespo Lama le daba a ver una vez realizadas.