Las Fracciones 2012-2014

Museo de Arte en Vidrio de Alcorcón
Avda de los castillos s/n. 28925 Alcorcón, Madrid
Exposición del 11 de diciembre de 2014 al 9 de febrero de 2015

Ver qué vemos

Las esculturas llamadas “Fracciones proceden de una escultura en la que quise expresar “la pérdida irreparable” de una persona muy próxima. Un objeto de loza, roto en pedazos y recompuesto siguiendo un orden alternativo al original, sirvió para representarla.

Las Fracciones 2012-2014

Algunos años más tarde volví sobre el asunto. Los objetos rotos de cristal sustituyeron a la loza. Pero enseguida la gama de materiales se ampliaría considerablemente, sin que todavía parezca que haya límites. Sin embargo, los atributos corrientes del cristal (quebradizo, duro y transparente) seguían siendo los propios de Las Fracciones, fueran o no de cristal. Lo que habitualmente entendemos por “vida” puede quebrarse en el momento más inesperado, puede resistir con una dureza sorprendente y resulta tan volátil como el aire.

La primera exposición abierta al público de Las Fracciones fue en el Museo Tecnológico del Vidrio de La Granja, en Segovia. El vidrio, en principio, era la única conexión entre esta serie de esculturas y esta institución, de modo que la sala de exposiciones temporales habilitada para exponer en vitrinas objetos de vidrio, no tenía más que recibir las esculturas.

Para explicar el marco ya preconcebido al que llegaban Las Fracciones, el prototipo (la esfericidad de una esfera perfecta), el tipo (una esfera deformada por el paso del tiempo), el no tipo (un objeto de consumo) y el sin tipo (la forma informe de Las Fracciones), expuse en un lugar central de la entrada una botella de vidrio del Siglo XVIII catalogada como “objeto encontrado”. Esta botella de vidrio había pertenecido a mi familia desde hacía mucho tiempo, estaba cargada de afecto y sirvió para actuar como tipo. El tipo es precisamente lo que la saga de Las Fracciones vienen a traicionar, pues si el tipo se busca en el prototipo, en una protobotella, en las esculturas llamadas Fracciones, concebidas como emergencias del sin tipo, no queda ni rastro del prototipo.

En el desmontaje de la exposición, la botella de vidrio sería rota. Con este suceso volvería a experimentar lo irreparable. Si bien la pérdida de la integridad del objeto y la disolución de la persona no son comparables, las circunstancias en que fue rota sí añadieron al suceso una dimensión humana (la agresión) no prevista.

La llegada de Las Fracciones al MAVA supuso renovar la conexión de estas esculturas con el vidrio. Esta legítima conexión entre el MAVA y Las Fracciones no significa que esta serie de esculturas esté obligada a deambular exclusivamente por instituciones especializadas en el vidrio. Sin embargo, el carácter temático del MAVA y el rigor con que la directora ha exigido tratar el vidrio, me ha obligado a precisar algunas cuestiones. Empezando por la muy elemental (nunca mejor dicho) distinción entre el cristal y el vidrio. Una diferencia que en relación con Las Fracciones trasciende lo terminológico y aún la corrección científica para enlazar con la constitución misma de esta serie de esculturas.

“Cristal” proviene de krios, la palabra que en griego significa frío, hielo. Así, la percepción sensible del frío se asocia a la apariencia del hielo. Cuando encontramos, por ejemplo, una roca de cuarzo que se parece al hielo, hemos encontrado en estado natural y estable, no un trozo de hielo fósil o solidificado, como pensaron los antiguos griegos, sino un sólido cristalino que como cualquier otro trozo de materia se compone de moléculas, moléculas que son, a su vez, agregados de átomos. El orden y el número en que los átomos se agregan para formar moléculas es lo que distingue a una materia de otra. Así, el cristal se estructura siguiendo unos patrones de regularidad y simetría. El vidrio, en cambio, es amorfo, se organiza de una forma irregular y sin simetrías. Esta diferencia afecta a la escultura en lo que más le concierne: las superficies.

En las superficies de un trozo de cuarzo, que puede verse como una macromolécula, se percibe que la estructura cristalina del cuarzo, hecha de regularidades y simetrías, obedece a un sistema que estructura la pieza en su integridad, desde el centro hasta sus superficies. Un sistema en el que no caben excepciones y que, además, podría reproducirse hasta el infinito.

La amorfía del vidrio, por el contrario, hace que las superficies del vidrio en frío sean el resultado del paso del vidrio por el estado líquido. El vidrio se licua a partir de temperaturas muy altas. A medida que se enfría se solidifica, de manera que las superficies del vidrio en frío expresan las condiciones de cada proceso. Cuando el vidrio encuentra un molde se ve mediatizado por la forma del molde. El molde interrumpe y modifica este proceso.

La ausencia en el vidrio de un sistema (al contrario del cristal) que regule la amorfía, libera la plasticidad del vidrio. Así, la plasticidad del vidrio convierte su exterior (el aire) en molde de lo informe. La duración (tiempo) y la extensión (espacio) informan al vidrio. Cuando el artesano maneja el vidrio en caliente, la plasticidad del vidrio le permite moldearlo mientras el calor dura o la cantidad es extensible.

Este no es el caso de Las Fracciones. De ahí que el objetivo un tanto arriesgado de esta exposición sea forzar Las Fracciones a establecer relaciones con las obras de la colección del MAVA en las que esta plasticidad pura, no atenuada, se manifieste con más claridad o contundencia. Y ver qué vemos.

25-11-14.

EB.

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