Carta de las nueve islas

Papeles diversos
45×62 cm

FMSR nº de catálogo 3523

El cartografiado de Manuel Sánchez del Río ocupa un lugar destacado en los estudios de nuestro objeto. Parece consecuente si no tenemos otras noticias de Sánchez del Río salvo los rastros que deja en su discurrir. En el anverso de esta Carta de las nueve islas, unas zonas de las islas aparecen y otras desaparecen en los pliegues del mapa. Parece que el capitán de marina procuró que los puntos que indican los nombres de los puertos que dieron lugar a los nueve quartos que estructuran, por así decirlo, a Manuel Sánchez del Río, el Ordenador y el Polígrafo, fueran salvados de perecer hundidos en las vueltas de un documento muy usado. Algo que se desprende del desgaste y otras incidencias relativas al papel, las tintas o las restauraciones de las que daremos cuenta pormenorizadamente en próximas comunicaciones de esta Fundación. Pensando en los no iniciados o recién llegados al entorno de Sánchez del Río, parece obligado aclarar enseguida que el concepto “estructura” referido al objeto de la Fundación sería, si existe o convenimos que exista, una estructura sin centro. Una estructura (Manuel Sánchez del Río) que se podría adjetivar de libre, no significando “libre” ni más ni menos que la floritura (the flourish) que Trim, el cabo (the corporal) traza en el aire con su bastón en el capítulo IV del volumen IX del Tristram Shandy:

“Nothing, continued the Corporal, can be so sad as confinment for life -or so sweet, an´please your honour, as liberty.“
“Nothing Trim -said my uncle Toby, musing-.“
“Whilst a man is free -cried the corporal, giving a flourish with his stick thus-.“

En el reverso, el deseo de navegar en libertad del marino no salió nunca de la carta de marear. De ahí la ineludible obligación que tiene la comunidad científica y nuestra fundación en concreto de conservar la carta como una obra del marino.

El cálculo de las derrotas se multiplicó tanto que es difícil que el capitán no se encontrara con un infinito de cara. Pero no como un disgusto, más bien como una enorme satisfacción, un placer que salta a la vista, pues trazó tantos rumbos como libertades se tomaba.

Las partes que el marino relacionó fueron Cnossos, o Herakleion, la capital de Creta, la isla de Samos, en Grecia, Soracte, no lejos de Roma, Vienne, a orillas del río Ródano, Clonmel, en Irlanda, Dublin, Aldeaquemada, frente a la Mancha, Londres, y Ribatejo, cerca de Lisboa.