Arlequín
FMSR nº de catálogo 3520
Damos a la luz pública este Arlequín, una obra que viene de pasar por diversas instancias del conocimiento en busca de una interpretación satisfactoria. La delicada decisión de publicarla corresponde por entero a la dirección de la Fundación. Nos proponemos compartir el problema, pero también las posibles soluciones de esta enigmática manifestación (1) de Manuel Sánchez del Río. A continuación ofrecemos las opiniones más significativas.
Para Henri Bergson, este objeto no podía interpretarse como una mera representación de Manuel Sánchez del Río vistiéndose el traje de arlequín, tal como había propuesto la profesora M.B. Altschuler (2). Bergson negó lo que proponía Altschuler pues “no pasaba de una imagen”.
Para Jean Paul Sartre ésta sí podía ser una imagen mental de Sánchez del Río deseando vestirse el traje de arlequín. En esto no hacía más que seguir a la profesora Altschuler. Pero añadió: “ya se ve que la imagen no reproduce ni de lejos al individuo que ustedes buscan”. Por su parte, Claire Dominique Boswell, catedrática de psicología de la Universidad de Herakleion, afirmó que “las imágenes no son duplicaciones”, y que ésta era “una pobrísima imagen”. Citando a J. Piaget, la profesora Boswell afirmó que las imágenes representan estados y no actos, y que aún en el caso de que esta imagen, Sánchez del Río vestido de arlequín, fuera un sueño que escondía un símbolo, este símbolo contribuía en poco o nada al conocimiento del objeto de nuestra investigación.
Estuviera en lo cierto o no, la Universidad nos devolvió el dibujo a la Fundación negando que la ciencia pudiera prestarse a interpretar un sueño, “un objeto dudoso…en todos los sentidos”. Con la reincorporación de Arlequín a las colecciones de la Fundación en su sede de Aldeaquemada, el debate en el entorno de Sánchez del Río se reavivó. Miroslav Curiolonis se presentó de improviso en Aldeaquemada, y en una reunión informal propuso una interesante hipótesis: “Sí será que no ha despertado, que es un sueño al que accedemos cuando tiene una ocurrencia, que lo que tenemos no son más que atisbos del discurrir continuado de una vida que pasa pero a la que no accedemos, que lo que entendemos por Sánchez del Río son episodios discontinuos de una psique que se enciende y se apaga intermitentemente sin acceder nunca a la vida consciente, a la realidad”. “Es decir, no será que nuestro objeto solo vive en su subconsciente, y esta imagen que Crespo Lama confiesa haber dibujado a ciegas, la demostración de que podemos acceder a la realidad subconsciente de Sánchez del Río, no siendo los apodos, “el Ordenador” o “el Polígrafo”, sino series de sueños nunca interrumpidos. O, mejor: ¿no será sólo un sueño? ¿Un sueño que existe sin que el soñador haya accedido jamás a una vida despierta?” Sintiéndose aludido, Fermín Crespo Lama se pronunció por extenso contra su amigo Curiolonis diciendo que la imagen del arlequín no se presentaba separada del acto de imaginar, y que esta imagen no podía ser más que una secuencia de lo que le bullía en la cabeza. La ausencia de cuerpo, de un Manuel tangible, “de una olla”, para seguir con el símil, impedía la fijación de Sánchez del Río con un mínimo de garantías. “Sólo podemos expresarlo”, sentenció (3).
El profesor F.L. Lumiere terció desde Herakleion, Creta, asegurando que la deformidad (4) de nuestro objeto, por muy exagerada que fuera, no afectaba a su digitalación.
Por nuestra parte, ofrecemos la siguiente cita del insigne profesor Freud: “No tenemos motivo alguno para ocultar el elemento de demonismo (5) que ha intervenido en la construcción de nuestro esclarecimiento de la elaboración del sueño. Los resultados de nuestro estudio nos dan la impresión de que la formación de los sueños oscuros se verifica como si una persona, dependiente de otra, tuviera que exteriorizar algo que habría de ser desagradable para esta última”.
NOTAS
1.- Manuel Sánchez del Río se manifiesta pero no aparece.
2.- La sombra del arlequín. Digital nº 31895.
3.- Hay que tener en cuenta que Crespo Lama es el “autor” del dibujo. En este sentido hay que recordar lo que decía a menudo: “Sólo confío en lo que podamos llevar al papel”.
4.- La deformidad de Manuel se trata en profundidad en el Libro VI de La Ida de Manuel Sánchez del Río en Nueve Libros.
5.- El demonismo, “el demonio que lleva dentro”, aparece en Sánchez del Río por primera vez en los capítulos XXI y XXII del Infierno de Dante. Debemos a nuestra correspondiente, la Jhon Hall-Stevenson Foundation de York, Reino Unido, la mayor parte de lo que sabemos de este “lado oscuro de Manuel”.