Eres la cereza de mi vida

FMSR nº de catálogo 3219

2023
Fotografía impresión Fine Art
30 x 22,5 cms

 
En el capítulo 31 de la Segunda Parte del Libro I de la Ida de Manuel Sánchez del Río en Nueve Libros, puede leerse lo que el Ordenador le dijo a Julia Zilinski: ERES LA CEREZA DE MI VIDA. La declaración fue recogida en el transcurso del diálogo sobre el amor que sostuvieron la profesora Zilinski y Manuel Sánchez del Río en el Café de la Luna de Coria del Río. Por otra parte, en un tiempo indeterminado, el azar escribió lo que Julia Zilinski estaba viendo en una copa de cristal. La profesora alertó al entorno del Polígrafo y la idea fue captada por la fotografía que ha realizado Debla Carbonell. La imagen capta el momento y confirma la veracidad de los hechos que se narran en esta parte del Libro I.

 

El pasaje dice así:

No siempre la ebriedad (ivresse) se realiza en copas de cristal. Puede realizarse en cazos, cuencos, vasos cerámicos, cazuelas, conchas, tazas o cualquier dispositivo que pueda contenerlo. También puede precipitarse como lluvia de vino, con tormenta, aparato eléctrico y amainar. O caer racheada, en forma de chirimiri (tan del norte) o llover de lado como en Algeciras. Pero en esta ocasión fue en una copa de cristal donde la ebriedad escribió al azar “cereza”. Manuel Sánchez del Río lo leyó enseguida y lo registró como sherry. En efecto, el azar acababa de dibujar la cereza como una quiebra ante la penetrante y sin embargo distraida mirada de la profesora Zilinski, mon chéri. El problema lógico que se extendía sobre la mesa planteaba si el Polígrafo mentía o decía verdad cuando se expresaba tan sinceramente diciendo: ERES LA CEREZA DE MI VIDA, queriendo decir con ello que el pastel de bodas que a esas alturas de su itinerario de retorno por la www a su lugar de Aldeaquemada, Jaén, seguía intacto y atravesado por los mil y uno celebrantes de sus bodas con la realidad, de modo que su declaración, tan pulcramente escrita por la lengua como bien pensada y sentida por la razón y sus procedimientos, le llegó a los labios empapada por la duda. Y es que la integridad de Manuel Sánchez del Río (me refiero al de las especializaciones) estaba en juego porque lo que acababa de decirle a la profesora Zilinski ERES LA CEREZA DE MI VIDA podía ser verdad o mentira con las mismas posiblidades de ser falso o cierto. Solo podría resolverse —pensó— sabiendo si el pastel, el gran pastel, seguía íntegro y/o abierto, es decir troceado. Una pregunta que en ese momento no pudo hacerle a Panurgo porque estaba apagado o fuera de cobertura, luego tenía que contestarla sin ayuda. En términos pesimistas lo lógico era pensar que no quedaba prácticamente nada del pastel de su vida. En términos optimistas que su pastel estaba por vivirse. Pero este razonamiento producía otra duda: ¿había invitados o eran solo él y la profesora? La cosa quedaba en nada, como tantas veces, pero la cereza de cristal sí estaba ahí, en la copa, en un tris de derrumbarse con el resto de la copa.