Esculturas por escrito

Variaciones

Los tipos

«Los tipos de mármol son una grey de esculturas que juegan, allí donde se expongan, como los niños en el patio de un colegio. Esculturas que juegan bajo la leyenda oracular Et in Arcadia Ego. Si la muerte ha llegado a la Arcadia, la Arcadia no existe. Las esculturas lo saben. Y lo saben porque han sido individuadas. No obstante juegan al juego de la cultura, viven en la Arcadia y constituyen una grey».

 
El lema Et in Arcadia Ego condensa la máxima melancolía, porque creer que existe un lugar de felicidad invulnerable es un engaño que tarde o temprano conduce a la decepción. Incluso si eres de piedra. Los tipos son por tanto nuestras esculturas más fraternas: expulsadas al exterior y a sus inclemencias, congeladas en la ilusión de significar, en tránsito demorado hacia la perfección del Prototipo, a pesar de todo fingen entereza. Convertir ese fingimiento en verdad… no se me ocurre un propósito mejor.

Evaristo Bellotti


 


 


 

Los ejes de Los tipos

«Los ejes expresan la tensión entre el Prototipo que se agarra al eje, y el Tipo que curvándose juega a engañar al eje, que es su firme sostén. Pero ambos pierden y ambos ganan. Uno como amo, el otro como esclavo. El amo se divierte en sus curvas, las considera suyas. El esclavo se recrea en su eje y sueña con una rectitud en la que no cree».

En una pared próxima puede verse un dibujo sobre papel, The Sherry drinker (El bebedor de jerez), con anotaciones a propósito de Los tipos. De entre ellas, me quedo con esta nota, que advierte: «El escultor encuentra los motivos que verdaderamente le afectan atravesando lo que no le gusta, sus prejuicios y sus resistencias, al contrario de lo que pudiera parecer más lógico».

Es importante esta cuestión, que anotó de otro modo Marcel Duchamp: «Me obligo a contradecirme para evitar acomodarme a mi propio gusto». Porque si uno se deja, acaba haciendo adornos. A donde quiero ir es al germen de lo artístico. Que es ir a contrapelo de la facilidad, porque siempre se crea contra algo. Aquel Taller de Literatura Potencial (Ouvroir de Littérature Potentielle, OuLiPo, en francés) al que pertenecieron Italo Calvino y Georges Pérec, hizo de esta noción la piedra angular de sus propuestas: toda obra de arte nace contra una limitación. Limitación, restricción, obstáculo. Perec, por ejemplo, se empeñó en la increíble tarea de escribir una novela policiaca en la que estaba ausente la letra E (la más frecuente en francés). Se titulaba, claro, La disparition (1969).

A Evaristo le gustan más las parábolas que las explicaciones, por eso, Felisidad.

José María Parreño